sábado, 26 de noviembre de 2011

HURACAN WILMA

SONIA CARMONA AVILA – CRONICA – PERIODISMO – UNIVERSIDAD DEL SUR CANCUN
Aun recuerdo el mes de octubre del 2005, cuando empezaron a anunciar la llegada del huracán “Wilma” por todos los medios.
Habían pasado 17 años desde que el huracán “Gilberto” llego a Cancún, el cual, como una tempestad descomunal,  se ganaría un lugar de privilegio en los anales meteorológicos y seria, inolvidable para millones de personas, por todos los daños causados.
Desde entonces, la población cancunense, no le daba la importancia necesaria a las noticias acerca de la llegada de los huracanes, ya que solo alertaban a la gente, las cuales hacían compras de pánico y después afortunadamente, no pasaba a mayores.
Y la llegada del huracán “Wilma” no fue la excepción. Parecía que esta vez los cancunenses habían dicho que no se alertarían por tal evento, ya que no había pasado de tormentas tropicales desde hacía mucho tiempo y la mayoría, optó por no desesperarse ante tal situación.
El huracán Wilma registró una presión de 882 milibares siendo este registro el más bajo registrado en el hemisferio occidental;  años atrás el huracán Gilberto registró 888 milibares y también se le conoció como el huracán más intenso conocido hasta el momento.
Cuando nos fuimos a dormir el martes, Wilma se hacía más poderosa aun, y solo se escuchaban los destrozos desde afuera, fue imposible dormir, todos estábamos viendo por las ventanas lo que en ese momento estaba sucediendo, la verdad, lo que más me gusta de los huracanes, es que disfrutas de tu familia cuando hacen el corte de luz, pues no tienes internet, ni televisión para perder el tiempo, nosotros, pasamos los huracanes tomando café, jugando juegos de mesa, contando chistes a obscuras, por supuesto; con solo la luz de las velas, tenemos que ver todo de manera positiva, hasta tomarse un baño con velas es relajante aunque afuera este sucediendo lo peor, las cosas materiales se pueden arreglar, y esa convivencia que se mantiene con la  familia en espera que todo pase, no es de todos los días.
Al terminar el ruido, todas las personas salían de sus casas para saber que había pasado, había que tener mucho cuidado con los cables de luz sueltos, las calles inundadas, todos los postes de luz, tirados sobres las avenidas como piezas de domino, los negocios destrozados, y un sinfín de escenas inéditas.

Fue cuando las personas empezaron a entrar a los negocios a tomar las cosas, televisiones, refrigeradores, etc., pues no había seguridad ni alarmas para detenerlos, hasta que poco a poco apareció la seguridad.
Pronosticar cuánto se intensificará un huracán y en cuánto tiempo es por ahora tarea imposible, por la infinita cantidad de factores que interactúan en él: la temperatura del océano, la humedad y las corrientes de aire, por mencionar sólo algunas. Pero la labor de los cancunenses fue una labor increíble, ya que Cancún volvió a su normalidad en el menor tiempo de lo que se esperaba.

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